Guideon Mantell, descubridor del segundo género reconocido de dinosaurios no aviarios, era adusto y taciturno, en contraste con su colega y coetáneo, William Buckland. En 1893 se trasladó a Brighton en un intento de atraer a patrocinadores ricos para apoyar sus investigaciones, abandonó la práctica médica y buscó refugio en la paleontología. Debido a que antepuso los fósiles a su familia, su vida personal se desmoronó. Su mujer e hijos abandonaron el hogar familiar, que se había convertido en un museo de fósiles.
Aunque no se ha demostrado, se cree que fue la mujer de Mantell, Mary Ann, la que encontró el espécimen que le hizo famoso. Ella era una reconocida artista y había colaborado en las primeras publicaciones de su marido ilustrando algunos hallazgos. Según la leyenda, mientras él visitaba a un paciente, ella se dedicó a rebuscar en una escombrera próxima a la carretera. De pronto, vio una piedra que contenía un objeto brillante con forma de hoja; resultó ser un diente fosilizado de Iguanodon.
La noche de fin de año de 1853, Richard Owen presidió una cena, a la que asistieron 22 eminentes científicos y otros importantes invitados para celebrar el progreso de los trabajos, en el Crystal Palace. Las invitaciones se enviaron en fragmentos de hueso del ala de un pterosaurio. La cena se celebró dentro de la aún incompleta escultura del Iguanodon y constituyó uno de los acontecimientos más sonados en Londres. El evento fue recogido en todas las crónicas de sociedad.
Owen nació en Lancaster. Estudió medicina en la Universidad de Edimburgo y luego en el Bartholomew's Hospital en Londres. Su pasión por la anatomía le llevó a ser ayudante de William Clift en el Royal College of Surgeons. Animado por una visita de George Cuvier, Owen utilizó sus conocimientos anatómicos para diseccionar animales en el zoo londinense de Regens Park. Se interesó tanto por los vertebrados como por los invertebrados, extintos y modernos, y publicó numerosos artículos en revistas científicas durante su larga vida profesional.
