FOTÓGRAFO


En paralelo a su actividad pictórica y dibujística, Isidro Gil Gavilondo desarrolla una importante labor como fotógrafo, no como profesional sino como aficionado, si bien alcanza en esta disciplina un notable relieve.

Los avances tecnológicos que, en el campo de la fotografía, se van sucediendo desde mediados del siglo XIX permiten acercar este nuevo instrumento a sectores más amplios de la población. Ello, unido a un incipiente interés por viajar y conocer nuevos espacios, hace surgir un creciente gusto no sólo por la fotografía sino, también, por su coleccionismo, lo que origina la aparición de los primeros álbumes fotográficos. Estos, indudablemente, deben recoger imágenes de los aspectos más característicos de un determinado lugar: sus monumentos, obras de arte, paisajes naturales y, por supuesto, retratos de tipos humanos, ya fuera representando algún oficio, costumbres, fiestas o manifestaciones folclóricas.

El valor de su fotografía es múltiple: por un lado muestra el interés que se suscitó en la época por reflejar el entorno vivido, siendo la fotografía un impagable documento. Por otro lado, está íntimamente ligado a su actividad como dibujante y pintor, captando a través de la fotografía motivos (paisajes y personajes) que luego reproduce en sus obras artísticas.