Cátedra de Dibujo


A pesar de los intentos llevados a cabo por el Director y algunos profesores, durante el curso 1847-48, para que se creara en el Instituto una cátedra de Dibujo fue necesario esperar hasta el mes de mayo de 1861, en que por una Real Orden se establecieron las llamadas “cátedras de ampliación”, para hacer realidad este anhelo. Tras su creación la cátedra quedó vacante hasta el año 1864 en que fue ocupada por D. Ramón Romea Pellicer, catedrático de dibujo lineal, topográfico y de adorno. En 1866, procedente de León, vino a ocupar la cátedra de dibujo D. Antonio Domínguez González, perito agrónomo, quien había obtenido su título en el Instituto de Burgos y que permaneció en ella hasta 1891 en que se trasladó a Cádiz. Al quedar vacante la misma se nombró, como catedrático interino de dibujo, a D. Isidro Gil Gabilondo, pintor, ilustrador, secretario del ayuntamiento, Director del Museo de Bellas Artes de Burgos y profesor de la Academia de Dibujo de la Diputación Provincial. Posteriormente, ocupó esta cátedra D. Guillermo Roca Sempere quien, tras su jubilación en 1931, fue sustituido, temporalmente, por D. Francisco Viejo Fernández y ya, de forma definitiva, por D. Vicente Laciana García.

El hecho de que la asignatura de dibujo no tuviese carácter obligatorio en sus inicios y no se dotase la cátedra hasta 1864 debió condicionar su normal funcionamiento. En los primeros momentos el material didáctico empleado en las clases se limitó a colecciones de cuadernos y láminas de dibujo natural, topográfico, de adornos y máquinas, así como algunos manuales y libros, procedentes de Francia y Alemania en su mayoría pero, también, de autores españoles.

Fue a partir de 1893, con Isidro Gil ya como catedrático, cuando se incorporaron nuevos materiales didácticos, en especial, modelos en escayola de cabezas y academias de autores franceses como Carriere o Julien; pilastras, galerías o intercolumnios. Además, su gran afición por la fotografía y la utilización de la misma como un instrumento más en el aula trajo consigo un excepcional incremento del patrimonio histórico del Instituto cuando tras su muerte, acaecida en marzo de 1917, sus descendientes legaron al Centro su fondo fotográfico consistente en varias cajas de negativos de vidrio y numerosas fotografías en papel.